Escuchas y Escucha Emocional

Dando vueltas a sensaciones diversas que he ido incorporando durante estos últimos intensos días, reflexiono sobre lo que he escuchado, en qué medida me he sentido escuchado y en general, en los grupos o equipos en los que he estado estos días con clientes, compañeras/os, proveedores, candidatas/os,… cómo ha sido el día a día de nuestras “escuchas”.

A decir verdad, los niveles de escucha han sido diversos en todos los lugares en los que he estado y tengo que decir que mis sensaciones y mis emociones, cómo he salido de esas jornadas y en qué medida me he encontrado satisfecho en ellas ha dependido en gran medida de los niveles de escucha que he sentido.

También he percibido que en los lugares en los que no me he encontrado demasiado a gusto o he encontrado barreras invisibles para conectar, en realidad yo mismo no he estado en la mejor disposición para ello, incluso recapitulando y buscando más datos, me doy cuenta de que es posible que haya perdido demasiada información –de todo tipo- por el nivel de escucha desplegado.

… una clara y palpable demostración de que previamente a la escucha que puedas “exigir” a otras/os, la disposición que tú lleves incluso la disposición en las que te encuentres en esa entrevista, en esa reunión o en ese curso, tiene una influencia brutal en la información que eres capaz de procesar, pero no sólo en ello.

Son también muy diferentes las emociones que se despliegan según el nivel de escucha que estés dispuesto a poner encima de la mesa, todo lo que se pueda profundizar en la escucha revierte en una presencia más plena y en un “bienestar” emocional más allá de la mera satisfacción por un trabajo bien hecho, por una aportación adecuada o una sesión bien realizada.

La relación entre la escucha y la inteligencia emocional o la relación entre las emociones y la escucha, se me antoja experiencialmente evidente en mis vivencias de esta semana, como una luz que se cuela por las rendijas de la persiana al amanecer y rompe la oscuridad de la habitación…

¡Eureka!, sí, es por eso que en determinados foros no me encuentro a gusto, no conecto como me gustaría,… tiene que ver con la escucha que despliego en cada situación y… con las escuchas de las/os que participamos en dichos foros, las que desplegamos todas/os, por eso en unos sí y en otros no, por eso esa sensación de insatisfacción en un lugar y esa otra de plenitud en otros.

Plantearse que según la calidad que desarrollemos a la hora de escuchar en los lugares en los que nos encontremos así serán nuestras sensaciones y emociones, puede sin duda ser un buen instrumento para participar de otro modo en los foros de los que formemos parte,… y un modo interesante de mejorar nuestra “presencia” (Entendida como “calidad de presencia”) y participación, teniendo además el “efecto colateral” de encontrarnos emocionalmente mejor y más satisfechas/os y aumentando también nuestra presencia social y la calidad de la aportación que sumamos a los equipos de los que formamos parte o los lugares donde participamos.

Del mismo modo esa calidad de escucha y presencia hace que podamos desplegar nuestra escucha emocional hacia los demás y ser capaces de llegar mucho más lejos en nuestra comprensión del punto de vista de la otra persona, de lo que siente, de cómo vive las situaciones que compartimos,… en definitiva nos hace ser capaces de conocer y entender a los demás más, más profundamente y más auténticamente.

El siguiente paso será preguntarme por qué en cada situación las cosas son diferentes y qué hacer para disfrutar más plenamente en todos los foros.

Libertad

Asisto desde hace tiempo a algunos foros donde se plantean nuevas formas de hacer las cosas, nuevos modos de trabajar, visiones diferentes de las organizaciones, del trabajo, de las relaciones personales y laborales, recetas mágicas de nuevo cuño, viejas ideas vestidas de nuevo, conceptos y conceptualizaciones sorprendentes y atractivas, estilos de liderazgo diversos, etc., etc.

En cualquier caso, como ya me habréis oído/leído, ideas, teorías, descripciones, todas respetables para mí sí,… aunque me asalta una preocupación que tal vez ya haya traslucido en algunos de los post que llevo publicando este tiempo y que me viene a la mente casi en cada uno de los encuentros en los que participo de un modo u otro.

Incluso en temas relacionados con el Coaching, que, como sabréis ya, busca un desarrollo integral de la persona y de sus relaciones, asisto a veces atónito a una suerte de teorías, metodologías, plannings o proyectos en los que se pone encima de la mesa un cambio, una nueva visión, un nuevo planteamiento, un nuevo estilo,… que me asustan un poco,… os cuento:

La pregunta que casi siempre me viene a la cabeza es ¿Y si el sujeto de la intervención no quiere “ser intervenido”?, ¿Y si estamos diciendo a las personas lo que es bueno para ellas sin tener en cuenta lo que ellas sienten y piensan?, ¿No estaremos dando “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, en una nueva variedad de Despotismo Ilustrado del siglo XXI?

Y la verdad, me asusta que quienes claman contra el uso del vocablo “recursos” para calificar a los “humanos”, luego planteen un método de trabajo que está basado en los humanos pero sin contar con ellas/os, no porque no respete sus ideas, sino porque enmascaren algo diferente a lo que parece a primera vista.

En las organizaciones en las que intervenimos, como Coaches, formadores o consultores, a veces corremos el peligro de considerar a las personas como entes incapaces de decidir por sí mismos –si, el tipo de trabajo y relación ha cambiado, sin duda en las empresas, ellas tienen el conocimiento, pero siguen sin tener el poder de decidir-

Y aquí entramos nosotros, “los que sabemos qué te conviene”, los que decidimos qué tiene que ser tu futuro y los que te anunciamos a bombo y platillo que o nos haces caso o te espera un futuro muy complicado y tu empresa acabará hundida,… así que por la cuenta que te tiene, haz Coaching, cambia tus relaciones en la fábrica o fórmate en habilidades sociales –aunque ya las tengas-, porque es lo que yo decido que te conviene y si no,… no te voy a despedir,… pero tú sabrás lo que haces…

Y a mi me preocupa cómo aportar a las personas que deseen mejorar, cómo ayudar a que las/os adultas/os se puedan comportar como tal, que puedan elegir, que sepan lo que se cuece en el organigrama “por encima de ellas/os”, que tengan la potestad de decidir por ellas/os, que puedan ser “El dueño de su destino y el capitán de su alma” que diría Morgan Freeman en Invictus.

Y esa es mi guerra, como decía una buena amiga: “jugando al juego que haya que jugar”, para poder ayudar a transformar a las organizaciones a favor de las personas y lo que quieran SER, de lo que las personas decidan que quieren que sea su vida, que no es un camino de rosas, que la libertad da miedo como diría Fromm, que poder elegir da miedo, crea inseguridades, vértigo vacío, soledad,… pero que hay que propiciar la oportunidad para elegir,… aunque sea para decidir no elegir, si.

No voy a utilizar el miedo, la crisis el futuro negro o la bolsa para justificar lo injustificable, no quiero. Aprovechemos las situaciones para estar mejor, crecer más, decidir, ejercer de adultos y decir “no” si lo consideramos oportuno y adecuado.

Probablemente el camino sea el desarrollo de la libertad, que cada una/o podamos elegir lo que queremos y lo que no, que todos los adelantos, todo el desarrollo, toda la tecnología, la capacidad de comunicación, la globalización o la glocalización, nos sirvan para ser más nosotros, de cualquiera que sea la forma que lo entendamos.

…. y queridas/os amigas/os, esta es mi guerra utópica, mi norte y mi “Marca Personal” como se dice ahora.

¿Y el tuyo?